Una más. La última. Otra que se piensa haber dado carpetazo a treinta años de democracia y se relame con su imagen, paseando su espectro por la casa, follando metida en un ataud o entrevistada por Mercedes Milá, como una de las que recordaremos dentro de medio siglo cuando queramos analizar aquéllos años y alguien nos apunte al oido su nombre y sus andanzas. Que se ve a sí misma espectacular, con una oposición debajo de brazo y un futuro esplendoroso a la vuelta de la esquina, por haberse perdido miles de horas de televisión insustanciales que lo único que nos han aprendido (y eso lo saben ya hasta los más rezagados de la manada y ella se lo debe de haber perdido) es que ya no queda sitio para nadie y que ser más tonto no tiene porqué rentar más. La colaboración intermitente, el romance pactado y el desnudo ya no dan ni para pagar la entrada del piso. Ponte a trabajar, anda, y multiplícate por cero.
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