LOS COLOMBIANOS YA NO SUBEN.
Si habrá cambiado el ciclismo moderno que ahora en las cuestas uno puede encontrarse con holandeses, australiano y rusos, guapos, rubios y de unoochenta cada uno, que en lugar de ciclistas parecen matones o traficantes de armas de la costa de sol. Ya no hay colombianos en el Tour y casi nadie se acuerda ya de las gestas de Parra o Herrera, cuyo recuerdo se confundirá en un par de años con el de esos momentos épicos que alguien nos contó y que cuesta pensar que fueran ciertos, el del ciclista que subía el puerto con una maleta a cuestas o el del que se paraba en el alto para tomarse un helado. Pero yo vi a Lucho Herrera reventar el pelotón y me harté de escuchar a los locutores de Radio Caracol celebrar sus gestas. Eran otros tiempos. Ahora los rusos compaginan el trapicheo y la trata de blancas con los pedales, gracias a las treinta y cinco horas semanales. Y los del café de colombia siguen esperando que Mauricio Soler desmienta lo que muchos pensamos. Que a lo mejor han encontrado otras maneras de hacerse ricos.
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