domingo, 15 de junio de 2008

PODEMOS REPETIRLO.
Llevo marcado el recuerdo de cada eliminación a hierro y fuego. Ninguna me pilló durmiendo. La del último mundial, rumiando pestes a Zidane y Ribery en el salón de mi casa. Aquella otra que viví el verano de la oposición en compañía de Ignacio y mi padre, cuando Portugal nos vapuleó. Camino de la boda de Enrique aun padecíamos la desesperación de haber visto las semifinales contra Alemania tan cerca. Y compartí con Vicente la incredulidad de ver a Raul lanzar aquel penalti a tomar por el culo y que permitió luego a los franceses ganar el título. En cada ciudad, una historia paralela para ilustrar el cruce, el culpable de la eliminación y los partidos posteriores, cuya emisión por la tele recuerdo como alcohol en una herida que tardara cuatro o cinco días en cicatrizar y varios años en pasar desapercibida. Clemente, Baggio, Stojkovic, Eloy o Santamaría.

Nada de esto es nuevo. Las portadas del Marca, los votos porque esta vez todo será diferente. La defensa de la selección me causa pavor. La linea de cuatro me recuerda una de esas cualesquiera de futbolín. Si llegamos lejos no será porque algo haya cambiado. Tenemos una deuda pendiente con el pasado que algún día nos pasaremos a cobrar.

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