miércoles, 14 de septiembre de 2011

VAGINOPLASTAS.
Me cuesta horrores escribir. Me motivan cuatro cosas, que son las únicas capaces de animarme a hacerlo. Pienso en la última de Almodovar, por ejemplo. En lo que se dice de ella, los análisis y la incertidumbre que me propongo despejar malintencionadamente sobre el argumento. No puede ser, digo yo, que la gracia del asunto sea el tema de la vaginoplastia. Que todo se reduzca a una simple cuestión quirúrgica, la identidad del asesino o el sexo del pollo. No debo de haber entendido nada. Veo a Almodovar como un nuevo director de género, empeñado en dar vueltas a lo mismo y en escribir un tratado sobre el tema, que no se acaba en diecisiete peliculas porque precisamente lo que hacia falta era una más que ayudara a dar un carpetazo solemne con fuegos artificiales. No se recordaba todavía haber escrito sobre ningún género como éste porque en su error se hablaba siempre de almodovariano para referirse a eso mismo, lo de los travelos, invertidos y negras con polla. A partir de ahora habría que plantearselo. A Almodovar se lo han comido los chochetes y los rabos. Dice Banderas que tardaremos veinte años en asimilarlo. A ver si va a ser verdad.

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