Una tarde de junio vi a mi equipo ser campeón de liga. Lo que oyes. No era un sueño. Deja que te lo cuente. Jugaban David Cano y Abelardo de defensas. Tomás recordó el proyecto aquel de jugador al que las lesiones jodieron bien por el camino. Marcaron casi todos. Ruben Blaya y Fredi jugaban en punta, no me estoy quedando contigo. La liga se llama Fertiveria. Que es el patrocinador que se ha querido meter en esta empresa de futbol indoor y tira hacia adelante esperando ganar repercusión y tirada en los medios. La final se disputó en el Pabellón de la Arena. Todo muy íntimo. Seríamos quinientas personas. Escuchabas respirar a Maceda, que era el entrenador que sustituyó a Redondo, cabreado los dias previos con alguna movida con el Ayuntamiento, la NASA o sabediosquien. Y me lo pasé pipa. Viendo los goles que le calcabamos al Mallorca (de Ivan Campo) y poniendole mercromina a esa herida que muchos de los que corrian allí mismo por el campo aun tenían supurando. El descenso de la generación perdida. La que nos llevo a segunda. Una de las mejores salida de Mareo. Injustamente recordada.
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