El de California 83 es uno de esos casos que se llevan ahora, donde la distribución de los libros (esa cosa) proviene de los medios digitales y el propio autor publicita en éstos su novela. En su twitter, por ejemplo, no se habla de otra cosa. Escribe gente que cuenta su experiencia con el libro y lo hace propio, como si se tratara de un viaje a Lourdes, y se aportan testimonios más o menos creibles cuyo único punto en común es el estúpido deseo de caer bien o de merecerse un retweet. Así están las cosas. Con la gente más preocupada de leerse en las redes sociales que de comprarse las obras completas de Perez Galdós para pasarse las tardes. En la novela Colubi cuenta su año en COU. Hay de todo, claro. De aventuras, amores y botellones. Y de lo otro, momentos más prescindibles que solo se comprenden como parte de uno de esos diarios de memorias donde el autor acaso pretende mientras lo escribe responderse a sí mismo. El personaje despierta ternura y hay momentos tan creibles que suspiras con la coletilla de no puede ser verdad. Me lo he pasado bien leyéndolo. La conclusión es que pillar está chungo, incluso en California. Y que para beber cerveza, España. Ahora con está temperatura entra muy bien.
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