domingo, 22 de mayo de 2011

MISTER CAMPING.
No tenemos término medio. Qué se le va a hacer. Cuando la situación demanadaba respuestas, la gente se metía los codos en la cola del media markt o se miraba hacia el suelo. Y cuando se hizo tiempo y se demoraron las soluciones, porque parecía que se buscaba la más apropiada, mira tú por donde, que nos tropezamos con la más curiosa. No nos vale salir adelante. Ni siquiera se nos pasa por la cabeza parchear el tema. Se demandan soluciones rápidas, como si a todos nos hubieran entrado de pronto las prisas ante la inminencia del próximo mundial, y no queremos mantener nada. No nos sirven los políticos, estamos de acuerdo. Menos aun el sistema, con mayúsculas, desde la programación de la 2 al modelo de mercado. Aparecen las acampadas. Se hablan de asambleas, de comisiones de barrio. Los huertos sólo producen alimentos trasgénicos y todos de repente parecemos saber leer y escribir y entendemos además de economía.

Por una parte, la chirigota. Sale un tío disfrazado del Rey (el nuestro) haciéndose fotos con la peña. La gente necesita pasárselo bien. Es lo único que le queda. Me recuerda los dos viejales que se ponen junto al Museo de Historia de Moscu para arrimarse a los turistas. Uno se parece a Stalin. Dicen que la juventud ha despertado. Mayo del 68 y todo eso. Por el otro, lo serio. El fin y los medios. Se atribuyen legitimidad porque sí. Porque son jovenes y porque para eso han dormido una semana al raso, pasando frío, sin agua caliente. Hay propuestas de cajón, las mejores. Otras hablan de objetivos a medias entre la utopía y el desfase. Se apuntan en una hoja las iniciativas populares y se recupera el poder por la gracia de quien a la vez que lo recibe, lo concede. Cosas de la democracia real y de los prodigios. Un delirio. Algunos se quejan de que no reciben más tiempo en los medios. Otros de que como sigan así no se qué van a vender. Damos pena, la verdad. No esperaba menos.

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