jueves, 19 de mayo de 2011

MI VIDA SIN SASTRE.
Ahora que todavía está reciente y se acumulan los homenajes y las entrevistas amables de despedida, no se deberían de escatimar los elogios ni guardarse uno nada. De qué sirven los sentimientos que se pierden en el olvido si no se asocian a un momento concreto para el que fueron pensados. Mucha poesía para contrarrestar los malos augurios. Con esto quiero apuntar que no me imagino mi vida sin Sastre. La del Sporting, quiero decir. Que duele imaginarse la banda derecha con otro lateral distinto o no adivinar su presencia en el banquillo, otro capitán, otro tío comprometido profesionalmente con el club que le dio de comer durante diez años. Cada vez se ven menos casos como éste. De lateral juega mi abuela, se solía decir. Tiene más mérito que el tío se haya convertido en imprescindible, en la dura travesía por segunda, y arimado discretamente a la banda, desde donde la rompía sin contemplaciones. Tenías sus cosas, claro. No era Maldini cuando la colgaba. Ahora dicen que le dejan las puertas abiertas y que nadie le olvidará. Yo lo dudo mucho. Y por si acaso, aquí está mi humilde contribución a que esto nunca ocurra.

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