Al último al que le han metido la cámara en el culo es a Marco Banderas. El tío lleva haciendo películas porno (lo de interpretar no tiene sentido en esas producciones porno en las que habitualmente trabaja) como churros en los últimos cinco años y su cara es una de las más habituales en el sector. Todo eufemismos. Lo de trabajar y lo del sector, vaya. Y es que si uno escribe de porno más de diez lineas termina siempre refiriéndose al mundillo como el sistema y repitiendo las mismas palabras, industria es mi preferida, para referirse a cosas que uno no sabe bien nunca si son distintas o si, realmente, no dejan de ser lo mismo. Pues eso. Que se han cascado un documental en el canal plus para hablar de Banderas y el tío se muestra en toda su desnudez emocional departiendo amigablemente con la cámara de sus proyectos y de sus metas. Fantasea con algunas ideas. Aparece incluso en un estudio de grabación haciendo como que canta o como que pretende (lo debe de decir en broma) ser una estrella musical, algo que siempre (supongo que después de ser actor porno, eso no lo dicen) le ha entusiasmado. Sale su mujer, la actriz y directora Lisa de Marco, y a los dos les preguntan en un arrebato de originalidad, mientras se dan un chapuzón con el perro en la piscina, que cómo ven lo de volver pa España. Pues complicado, me respondo antes que ellos, aunque nos gustaría regresar. Se toma el tío una docena de pastillas y revienta unos huevos contra un vaso, que se bebe de un trago. Se pira a entrenar y luego desaparece.
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