jueves, 31 de enero de 2008


DEFINITIVAMENTE, LA INDUSTRIA APESTA.

El día en el que anunciaron el fin de Aquí hay tomate coincidió con la purga de Mushrom Pillow y entonces la industria me pareció todavía un poco más mezquina. Ese mismo día leía a Diego Manrique profetizar en El País sobre el futuro de las discográficas diez años más tarde que el primer invidente se atreviera en una barra de bar a hacerlo y encadené los tres acontecimientos a una misma cuerda donde el razonamiento común me empujaba a detestar el culpable de que mis sobremesas ahora sean un poco más tristes. Porque lo primero tiene difícil arreglo. Sé que soy excesivamente pesimistas, pero veo más motivos para preocuparme por dónde colocar ahora a Pipi Estrada que a Fran y a Sergio, una hora diaria de tedio, la infusión de las cuatro, casi nada. A dónde van a ir a parar todos juntos ahora me preocupa y si el mundo está ya preparado para que vuelen solos. A La Costa Brava les van a sobrar oportunidades, que tendrían que discurrir cómo espantar tanto moscón de encima. Pero la industria apesta. Los directivos filántropos apestan. Y los discursos empresariales que disciernen entre negocio y diversión y van vendiendo la moto de que lo suyo es otra cosa apestan todavía más que los anteriores. Es la pasta, tío. Lo del Tomate es otra cosa.

domingo, 27 de enero de 2008

DESAPARECIDA Y PESADA.
Tenían dos opciones. Reincidir, y secuestrar al hermano, a la madre o al teniente de la guardia civil y empujar la serie hacia el mayor descrédito y el cachondeo de que nadie se creyera ya de lo que habla y que todo parezca lo que es, un gran invento en el que los guionistas traspasen la cortina que los mantiene ocultos y se esfuercen por mantener viva la gallina antes de que a ésta le dé por dejar de poner huevos. O esto último, lo del descrédito y la gallina, pero con premeditación y un sentido respetuoso del negocio. Despejar la mesa de cosas inútiles y separar el polvo de la paja. Arriba, el teniente Sierra. Que se queden en las estanterías todos lo demás. Me temo que lo que toca de aquí a un par de temporadas será repetirse y pelearse el share antes que el argumento. Preocuparse más por alargar la vida al enfermo terminal que por contar algo original y con sentido. Pasó con Verano Azul. Es la misma historia de siempre.

sábado, 26 de enero de 2008

LO QUE ESCUPE EL CORAZÓN.
Como una hija bastarda de un cruce que alguna noche loca juntó a la Fiscal Chase con un senador romano plenipotenciario, la virtud de haberse ganado un lugar entre la caspa más exquisita, madurando un personaje que provoca aversión, no puede con su pecado más torpe, que encima la tía se lo acabe creyendo. Que si la Patiño aun conserva su sofá al ladito mismo de Cantizano yo creo que es un motivo más de preocupación que de orgullo, haberse dejado tanto muerto rancio en el camino y convertirse milagrosamente en un icono intocable en el cutre-planeta de antena 3, no la hace merecedora de más respeto que cualquiera de los que por trescientos euros se someten cada viernes a su juicio.

A todos éstos se les acabará algún día el chollo y se tendrán que poner a trabajar de verdad. O eso espero. Porque confiar durante más tiempo la educación del país a cualquiera de las entrevistas de María Patiño, al mayoral de Ortega, Toni Anipke o, la última, Tamara, la stripper de Kiko, es poner a incubar un virús peor que el de Fresnadillo, en media hora todos tontos, los periodistas, la stripper y los telespectadores que forran sus carpetas con fotos de la Fiscal Chase y de la madre que la parió.

jueves, 24 de enero de 2008


CAMPOS DE SUEÑOS.

Cuando para presumir delante de los amiguetes todo era poco, no bastaba con haber ido a El Molinón a ver jugar al Sporting, hacía falta participar de sus desplazamientos. En aquellos años conocí unos cuantos campos de futbol más, ahora los llaman estadios, sobre todo del norte, Logroño, Pamplona, Salamanca, San Sebastián, Bilbao o Madrid, como muescas incrustadas en una trayectoria que se alimentaba de imaginarse gestas y exagerarlo todo. También estuve en Mieres, en el Hermanos Antuña, quiero decir, o en Langreo, Ganzabal, Ribadesella, Candas, Navia, Tuilla o Cenero, donde probablemente presencié uno de los partidos más locos y genuinamente castizos de la historia, con pocos cronistas que dejen testimonio de aquel cachondeo, el público (es un decir) esperando al arbitro después del partido o las conversaciones de aquellos con los jugadores. Pesa más el recuerdo de aquellos viajes por Regional Preferente, y hasta en los Juegos Escolares, que cualquiera de los otros que luego pueda revisar a través del video y no me trasmita las misma ansiedad por regresar a aquel tiempo imperfecto que no se guarda en cintas y que continuamente me veo obligado a reinventar. Y el domingo pasado conocí Ipurua.

martes, 22 de enero de 2008

EL GRAN NO.
Algunos se empeñan en extender la lógica más de la cuenta sin darse cuenta que el sentido común más elemental no es un atributo adherido porque sí a las cosas, tan solo un buen complemento. El mismo camino que convierte un cinturon de burberry en un valor categórico de la humanidad es la distancia que hoy media entre dos enunciados e impide a Gallardón pintar un pijo en el PP y quien prefiera una cuerda a la cintura antes que atarse un cínturón de marca lo tiene fácil. Nadie ha impuesto todavía una norma que nos obligue a vivir con la razón ni con los cinturones. Y aunque Ronaldinho pueda ver algunos partidos desde la grada o el subnormal de Guti se quede sin jugar, siempre se puede apelar a la lógica para quedarse tranquilos. Pero lo de Gallardón es distinto.

Hay motivos para entender la decisión de Rajoy y también para criticarla. Triunfa el sentido común de quien pretende echarlo todo a perder, empujar las tropas hacia la derrota y sacrificar los barcos a un desastre seguro. Lo que no es lógico es ver a Ronaldinho marcando goles en propia meta o a Guti metiendo el pie.

jueves, 17 de enero de 2008


EL HIMNO DE LOS COJONES.

El año nuevo recupera los mismo problemas del anterior y anticipa la canción de turno que nos espera de aquí a que el armaggedon o una fiebre animal desconocida lo remedie. Y lo del himno ya no es original ni suscita debate ni da para más de media docena de lineas, tal vez porque los problemas no entienden de años o límites temporales que acoten su vigencia a un momento concreto y se diluyen en cambio con solución de continuidad como una de aquella manchas de fuel en el oceano. Los libros de historia se encargaran de precisar su irrupción a un día y a una hora, en un capítulo en el que la disección de las causas que anticiparon las otras consecuencias tenga su hueco. Pero nada de eso es verdad, porque todo es más antiguo que Franco o que la canción del verano. Y ni nos comemos una mierda en eurocopas o en festivales de eurovision ni le haremos un hueco a la gloria de aquí a cien años, otro siglo de oro. Que se recupere a Manolo Escobar, se traduzca el himno a mil lenguas o dialectos, que fermenten de manera consensuada el asunto, se pida apoyo a un comite de sabios, Tedy Bautista, Sabina, Serrat y a los del canón, y con los consiguientes derechos abonados perpetuisimanente en la SGAE que haya una mención, una rendija para la emoción, un puto recuerdo, a Carrillo, las brigadas internacionales, el calentamieno global y a la alianza de civilizaciones. Y como esta, ideas mil.