jueves, 17 de enero de 2008


EL HIMNO DE LOS COJONES.

El año nuevo recupera los mismo problemas del anterior y anticipa la canción de turno que nos espera de aquí a que el armaggedon o una fiebre animal desconocida lo remedie. Y lo del himno ya no es original ni suscita debate ni da para más de media docena de lineas, tal vez porque los problemas no entienden de años o límites temporales que acoten su vigencia a un momento concreto y se diluyen en cambio con solución de continuidad como una de aquella manchas de fuel en el oceano. Los libros de historia se encargaran de precisar su irrupción a un día y a una hora, en un capítulo en el que la disección de las causas que anticiparon las otras consecuencias tenga su hueco. Pero nada de eso es verdad, porque todo es más antiguo que Franco o que la canción del verano. Y ni nos comemos una mierda en eurocopas o en festivales de eurovision ni le haremos un hueco a la gloria de aquí a cien años, otro siglo de oro. Que se recupere a Manolo Escobar, se traduzca el himno a mil lenguas o dialectos, que fermenten de manera consensuada el asunto, se pida apoyo a un comite de sabios, Tedy Bautista, Sabina, Serrat y a los del canón, y con los consiguientes derechos abonados perpetuisimanente en la SGAE que haya una mención, una rendija para la emoción, un puto recuerdo, a Carrillo, las brigadas internacionales, el calentamieno global y a la alianza de civilizaciones. Y como esta, ideas mil.

No hay comentarios: