Algunos se empeñan en extender la lógica más de la cuenta sin darse cuenta que el sentido común más elemental no es un atributo adherido porque sí a las cosas, tan solo un buen complemento. El mismo camino que convierte un cinturon de burberry en un valor categórico de la humanidad es la distancia que hoy media entre dos enunciados e impide a Gallardón pintar un pijo en el PP y quien prefiera una cuerda a la cintura antes que atarse un cínturón de marca lo tiene fácil. Nadie ha impuesto todavía una norma que nos obligue a vivir con la razón ni con los cinturones. Y aunque Ronaldinho pueda ver algunos partidos desde la grada o el subnormal de Guti se quede sin jugar, siempre se puede apelar a la lógica para quedarse tranquilos. Pero lo de Gallardón es distinto.
Hay motivos para entender la decisión de Rajoy y también para criticarla. Triunfa el sentido común de quien pretende echarlo todo a perder, empujar las tropas hacia la derrota y sacrificar los barcos a un desastre seguro. Lo que no es lógico es ver a Ronaldinho marcando goles en propia meta o a Guti metiendo el pie.
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