jueves, 9 de febrero de 2012

EL ESPECIALISTA.
Habría que cuidar con más celo esta rara especie en vías de extinción de la que nadie se preocupa. Un día se quedan en el paro y ya me dirás que hacemos con ellos. Porque especialistas en algo concreto, como que no son. Ni atarse los cordones de los zapatos sin un asistente de gabinete o un par de instancias selladas por algún registro de mierda. Lo suyo es el postureo institucional. Salen curiosos en las fotos, eso sí. Parecen bien, como decía mi abuela. No tienen oficio ni beneficio, lo hacen todo por el partido, la misma ilusión que un principiante que empieza en esto dando los primeros pasos, presidiendo convenciones, trabajando a destajo en temas de los que nadie nunca se entera, ensayando la pose de las fotos, ingeniándoselas para que nadie repare en ellos sin caer en la trampa de imaginarse que detrás de aquella facha tan resultona igual existe un perfecto inutil. Siempre pienso en esta gente cuando me levanto por la mañana y trato de reconstruir su día de trabajo. Son unos fenómenos. El día que se vaya todo a la mierda o el comite federal decida agradecerles los ingentes servicios prestados los últimos veinte años, no tendrán a nadie a quien pedirles cuentas.

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