sábado, 16 de julio de 2011

PREPARADOS PARA TRIUNFAR.
(Arcade Fire en la explanada del Guggenheim)
Lo tienes. Lo disfrutas y le sacas rentabilidad. O no lo tienes. No hay término medio en esta industria tan puta. Arcade Fire presentaron su tercer disco en Bilbao. El punto trágico en el que siempre se quiere comenzar a ver la repetición de una fórmula que obtiene beneficios por vías distintas a las que le permitieron consagrarse entonces con Funeral y auguran su éxito comercial y, siempre pasa lo mismo, aunque no sea cierto, su casi segura muerte artística. Se premia la originalidad, dicen. Los saltos con piruetas y la caida libre. Y cuesta pensar que la altura de los ejercicios posteriores llegue a la de aquéllos. El lugar del miercoles fue el mismo que ocuparon Bjork, Smashing Pumpkins o Red Hot Chili Peppers en su día (cada uno en puntos muy distintos de sus carreras, es verdad), en la explanada del Museo, junto al Guggenhein. Casi seis mil personas. Cuatro días antes de que su actuación en el FIB les consagre como la mejor propuesta alternativa de los últimos cinco o seis años. Abrieron con Ready to start y machacaron una hora y media excasa de concierto con sus mejores trallazos: Keep the car running. No cars go. O Neighborhood #2. Win Butler sudó bien su americana. La peña se cambió los instrumentos una docena de veces, que es algo que gusta mucho al público, y exhibieron un sonido discretito pero un montaje audiovisual súblime que pronto les llevará a llenas estadios y a meterse los codos con Coldplay, con la gente coreando sus canciones. Hasta ahora toca disfrutarlos. Lo que venga, no nos va a pillar de sorpresa.

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