Hay ciudades a las que definen sus modelos de referencia. Para las que no basta la comparación con una cualquiera. Para Bilbao, por ejemplo, todo lo que no sea competir en el primer orden mundial no merece la pena. Por eso se piensa a lo grande y se construye el detalle más pequeño emulando los modelos más sublimes que uno puede echarse a la vista o llega a recordar. Aquí todos hablan maravillas del Yandiola. En la Plaza de la Alhondiga puedes subir al penúltimo piso y comer muy bien, imaginarte que estás en el East End, dicen algunos, y pagar como si a la salida te estuvieran esperando para darte una vuelta por el SoHo o Central Park. Pulpo, txangurro y chipirones. Algo más de 55 euros. El último piso, la azotea, está reservado a la cafetería. Al más puro estilo neoyorkino. Las mejores vistas de todo Bilbao.
viernes, 8 de abril de 2011
LA TORMENTA PERFECTA.
(Nacho Vegas en el Kafe Antzokia)
1. En algún momento de su carrera, todo artista tiene que resignarse y prepararse para escuchar frases poco complacientes. Toca. Se repite mucho, dicen unos. Ha perdido la inspiración. La música brota a rachas. Te estás amariconando. Esto último se ha dicho de todo quisqui. Se amariconó la música de Ron Sexsmith, por motivos obvios, pero también la de John Zorn o Steve Albini. Siempre hay un punto de la carrera marcado por la inflexión del amariconamiento, al que se llega a involuntariamente porque se trata de evitar precisamente lo otro, caer en la repetición fácil y buscar la inspiración como se puede, y mira que te están esperando con la rebaja. Nos has fallado.
2.- Nacho no se quita la chaqueta en todo el concierto. Hace vestir de negro a su banda (la habitual, la de siempre, él habla de la trama asturiana cuando presenta a Abraham, Xel, Luis y Manu) pero si uno se detiene en los detalles pronto ve que las camisas y los chalecos no son un ejemplo ortodoxo de combinación ni buen gusto. Los trajes de Nacho siguen siendo de saldo, de ésos que brillan, la chaqueta demasiado amplia. El resto va a su bola, como puede. Pero tocando es otra cosa.
3.- Caen ocho canciones de su último disco. Recupera Hablando de Marlene y Canción desde palacio. Un guiño a la historia. Se pone locuaz en los bises y se inventa una historia inspirada en un sueño. La gente está entregada. Podría tirarse un pedo, pienso. No sorporto los mecheros (a eso se deben de referir los que hablan insistentemente del amariconamiento de sus últimas canciones), la gente que habla durante la actuación y los que mueven acompasadamente la mano como si estuvieran en Woodstock o en la penúltima gala de O.T.
4.- Hoy toca de nuevo en Vitoria. Le quedan algunos más. El mes de mayo le vuelvo a ver en Durango. Seguro.
1. En algún momento de su carrera, todo artista tiene que resignarse y prepararse para escuchar frases poco complacientes. Toca. Se repite mucho, dicen unos. Ha perdido la inspiración. La música brota a rachas. Te estás amariconando. Esto último se ha dicho de todo quisqui. Se amariconó la música de Ron Sexsmith, por motivos obvios, pero también la de John Zorn o Steve Albini. Siempre hay un punto de la carrera marcado por la inflexión del amariconamiento, al que se llega a involuntariamente porque se trata de evitar precisamente lo otro, caer en la repetición fácil y buscar la inspiración como se puede, y mira que te están esperando con la rebaja. Nos has fallado.
2.- Nacho no se quita la chaqueta en todo el concierto. Hace vestir de negro a su banda (la habitual, la de siempre, él habla de la trama asturiana cuando presenta a Abraham, Xel, Luis y Manu) pero si uno se detiene en los detalles pronto ve que las camisas y los chalecos no son un ejemplo ortodoxo de combinación ni buen gusto. Los trajes de Nacho siguen siendo de saldo, de ésos que brillan, la chaqueta demasiado amplia. El resto va a su bola, como puede. Pero tocando es otra cosa.
3.- Caen ocho canciones de su último disco. Recupera Hablando de Marlene y Canción desde palacio. Un guiño a la historia. Se pone locuaz en los bises y se inventa una historia inspirada en un sueño. La gente está entregada. Podría tirarse un pedo, pienso. No sorporto los mecheros (a eso se deben de referir los que hablan insistentemente del amariconamiento de sus últimas canciones), la gente que habla durante la actuación y los que mueven acompasadamente la mano como si estuvieran en Woodstock o en la penúltima gala de O.T.
4.- Hoy toca de nuevo en Vitoria. Le quedan algunos más. El mes de mayo le vuelvo a ver en Durango. Seguro.
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jueves, 7 de abril de 2011
HOY COCINAMOS CON WALTER WHITE.
Cualquier cosa en la vida (no solamente una serie) está siempre sometida al análisis en términos relativos. Nada es bueno por sí mismo, claro. Siempre hay otra cosa apostada para compararse y nunca hay un juicio que evite la crítica sin detenerse antes en una evaluación completa, ésa que no lo es si no se mide la cabeza propia con la del compañero de clase o el capítulo de aquélla otra temporada anterior que viste una vez y tanto te gustó. Breaking Bad me dejó sin palabras muchas veces. Con la serie de AMC he vuelto a recobrar la fe en la televisión y a abandonar el discurso que me preparaba mentalmente en los últimos meses. Ese de que ya nada volverá a ser como antes. Mentira. Hubo momentos sublimes y otros más flojos. Hay una linea irregular, marcada por el hecho de que la primera temporada termine al séptimo episodio de forma inconclusa o de que el aire de los personajes lo hayan sentido los guionistas de la serie mucho después de empezar, subidos al vehículo en marcha. A esa furgoneta de cocinar que desaparece de forma colosal en el mejor episodio de sus tres temporadas. Ese en el que el cacharro adquiere vida propia y recupera la identidad desconocida por la que nadie se había preguntado hasta entonces. Como un protagonista más. Era la furgoneta de la madre de Combo. Como no se nos había ocurrido. Duele verla desparecer entre hierros. Para entonces me duelen las mandibulas de reir y solo pienso nervioso en lo que nos espera.
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martes, 5 de abril de 2011
SI NO MERECE LA PENA, ARTURO.
Y si me pongo así, medio loco, y me da por hablar de política y cargo contra medio mundo, no es culpa mía. Es porque acabo de terminar el último libro de Reverte en el que se recopilan sus artículo del XL Semanal. Cuando eramos honrados mercenarios se llama. Siempre me pasa. Son más de seiscientas páginas que me propongo al empezar el leer poco a poco y termino siempre haciendo de un tirón, como no se debe, permitiendo que sus dictados se confundan con los míos y al final hable por el cuando escribo y veo a estos hijos de la gran puta, mierda de país donde (me encanta) cada perro se lame su cipote
lunes, 4 de abril de 2011
BAMBI HA MUERTO.
La actualidad, se oye decir, se analiza en términos políticos. Que quiere decir que se toma en cuenta siempre la unidad de medida de criterios estúpidos que hacen del hemiciclo y del trabajo de esta gente algo parecido a una competición deportiva, pensada para el lucimiento del que la practica y la diversión de los medios de comunicación, encargados de buscarle las explicaciones al asunto siempe bajo esa misma clave, no te equivoques, política dicen, de cachondeo instrascendente. Nadie analiza el adios de Rodriguez Zapatero en términos más absolutos. Por eso mismo. No hay grandes frases concluyentes (el peor presidente de la historia de la democracia, un inútil integral) porque la clave política lo que pretende es otra cosa. Ningún movimiento político reciente resiste otro análisis que no sea ese mismo, el político. Bajo cualquier otro prisma deberían de estar todos en la misma cola del paro que engordan a diario, muertos de hambre, preparando la reválida para no repetir, insistentemente, el curso.
Se permiten aportar normalidad al asunto y no echarles mierda encima porque me temo que ni siquiera habría mierda para todos. Ministros sin funciones. Sindicalistas corruptos. Concejales y presidentes autonómicos que opinan del tema con suficiencia, en clave política, porque ellos manejan mejor que nadie el material del que se fabrica la misma mierda. Que importancia tiene que se pire o se vuelva a presentar. Me pasma todo el tema de las primarias o que se hable, con cierta admiración y cautela, de Perez Rubalcaba como un estratega. Que se compre los juegos reunidos, pienso yo, o se meta a las motos. Harto de competiciones y de que nadie llame a las cosas por su nombre.
Espero ansioso por ver cual es la empresa que ofrece a este hombre un puesto en el consejo de administración, con barra libre. Van a dejar esto como un solar.
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