En ese punto en el que nada importa lo que hagas porque todo el cupón ya está bendito de antemano no hay mucha gente. Media docena. No es fácil, claro. Haces lo que te da la gana. Acumulas méritos y luego los rentas, te puedes tirar a la bartola o asistir como espectador a la función, demostrando un poco más de clase que el resto, camuflando tus intenciones detrás de un disfraz, un personaje o todo el circo mediático que recubre de mierda a una celebridad. Da lo mismo. Te puedes tirar un pedo y esperar los aplausos. Que llegarán. Y todo esto para decir que me parece desmedido lo de Blake Griffin. Que existía baloncesto antes de que el tío naciera, llegara a profesionales o saltara por encima del coche el otro día, un mate original pero bastante flojito, que no hace más que corroborar punto a punto, movimiento a movimiento, cada letra de lo escrito.